
Con la música de “Como en sueños”
¿Quién se sienta sola, en la ventada iluminada?
Mi sombra y yo, sólo nosotras.
Se apaga la lámpara
Y en la más completa oscuridad
Hasta mi sombra me abandona,
“Pobre de mí, así abandonada!
La flauta solitária
Dejo el incenso enfriarse en el quemador,
Las mantas de brocado de la cama
Están revueltas como las olas del mar. Perezosa.
Desperté, no me retoqué el peinado
No abrí el tocador y dejo las cortinas
Cerradas, con el sol brillando.
Esta separación me deja prostrada,
La distancia entre nosotros me aterroriza,
Anhelo hablar con él una vez más.
A través de los años habrá entre los dos
Apenas el eterno silencio.
Estoy pálida, descarnada.
No es la enfermedad, ni el vino
Ni la tristeza que el otoño trae.
Todo está irremediablemente acabado.
Canto, vuelvo a cantar
Una vieja canción, “Adiós para siempre”,
Mas no consigo recordar las palavras.
Mi mente está distante, en Wu Ling;
Mi cuerpo, prisionero en este cuarto,
De bruces sobre el río nublado, torrente verde-jade,
Único compañero de estos días
Que insisten en arrastrarse.
Miro río abajo, a lo lejos, en la línea del horizonte
Y mis ojos sólo divisan mi proprio dolor.
Canto de desaliento para música triste y lenta
Procura, procura. Busca, busca.
Lejos, lejos. Cerca, cerca.
Dolor, dolor. Tristeza y pena.
Relámpagos rápidos, fríos súbitos.
Dolores que apuñalas, agonías lentas.
Bebo tres copas, seguidas de tres
Cántaros de vino claro hasta no poder
Mantenerme en pie contra una ráfaga de viento.
En lo alto, vuelan gansos selvajes;
Me retuercen el corazón,
Nuestros amigos en tiempos pasados.
Crisantemos dorados cobren
El suelo, amontonados, fenecidos, muertos.
No he tenido ánimo para recogerlos este otoño.
Entereamente sola, inmóvil, en la ventana.
Miro las sombras que se espesan.
Una llovizna fina es cernida
Por los árboles wu t’ung
Y gotea, lágrima a lágrima.
en el anochecer.
¿Qué más, qué más podré hacer ahora?
¿Cómo apartar de mí esta palabra,
Desesperanza?
Con la música de “botones de magnolia”
De la varita del vendedor de flores
Escogí un ramo de magnolias a punto de desabotonar,
Perlado, de lágrimas levemente humedecido,
Conservando aún la rosada niebla
y el rocío fresco de la mañana.
Si acaso mi amor me preguntase
Si mis mejillas son lozanas como las de la flor,
Colocaría una magnolia, de lado, en los cabellos,
Le pediria mirir y comparar.

Niebla
En mim cámara estrecha abro
La ventana y dejo penetrar la lascivia
Profunda de la primavera. Sombras confusas
Divagan por las cortinas semicerradas.
Escondida en el pabellón, sin una palabra
Toco el harpa de jade rosado.
Bien distante, a la luz del crepúsculo,
pedazos de roca caen
Motaña abajo. Una brisa suave
Empuja la niebla, cortinado adentro
Como si fuese alguna sombra.
Y vosotras, habas de los pimenteros,
No precisais inclinaros, disculparos.
Bien sé que no podéis detener el día que pasa.
En la noche, sola
La lluvia tíbia y la pureza del viento
Acaban de libertar los sauces
Del hielo. Al contemplar los perales,
La primavera despierta en mi corazón
Y se abre en mis mejillas.
Mente perturbada, como embriagada,
Trato de escribir un poema en que mis lágrimas
Fluirán junto con las tuyas.
El rojo de los labios está mustio, los alfileres
Del peinado me pesan demasiado.
Me tumbo sobre los cojines dorados, envuelta
En la doble manta de mujer solitaria
Y aplasto los fénix del tocado,
Sola, sumergida en mi amarga soledad
Sin querer un sueño ameno; estoy tendida,
Sujetando el pavilo, en la noche que se arrastra.
Con la música de “Cortando un ramo florido del ciruelo”
El incienso del loto púrpura se disipa
Contra la cortina de cuentas de cristal.
El otoño retorna, abro lentamente el vestido
De seda y sueño, acariciando el sexo.
¿Qué mensajero me llevará una carta
Más allá de las nubes?
Sólo los gansos salvajes retornan y escriben
Sus ideogramas en el cielo, a la luz de la luna
Que inunda la cámara del poniente.
Las flores, como es su hechizo,
Flotan por el aire, se dispersan.
El agua, fiel a su naturaleza,
Al derramarse júntase al fin
En una sola charca
Y seres de la misma especie
Suspiran uno por el otro.
Mas tú e yo estamos distantes
Y aprendí, a través de la pena y del dolor,
Que ellas no se disuelven ni se alejan.
Por un instante me hacen fruncir el seño,
Después, me pesan sobre el corazón.

Con la música de “Barco de estellas”
Anõ tras año, me miré en el espejo de jade.
Ahora, cremas y rouge me fastidian.
Otro año y él aún no regresó,
Mi carne se eriza
Cuando llega una carta del sur.
No consigo probar vino desde su partida
Y el otoño ha secado mis lágrimas.
Mi mente se pierde en las selvas neblinosas
Del meridiano y las puertas del cielo
Están más próximas que el cuerpo del bienamado.
Primavera em Wuling
Parou o vento. Até a poeira é perfumada.
Já é tarde. Não me apetece pentear-me.
As coisas estão aqui mas ele o homem não – tudo acabou.
Quero falar – mas correm-me as lagrimas
Ouvi dizer que no Regato Duplo é ainda Primavera.
Gostaria de ir até lá andar numa barca leve
Mas tenho receio que barca tão frágil
Não suporte o peso de tanto sofrimento.
Traduzido por Gil de Carvalho.
