1052-1135 – Milarepa
El Santo Poeta del Tíbet

1
Tal como yo lo entiendo, todos los Dharmas son remedios para las pasiones humanas y los deseos, pero el modo como tú les practicas sólo sirve para aumentar tus pasiones y deseos.
2
Quien desconoce el daño de los placeres mundanos y desde el fondo de su corazón no renuncia a ellos, nunca escapará de la prisión del samsara.
3
Los deseos incrementan la sed como el agua salada.
4
Es difícil evitar la atracción mundana; adhiriéndose a la humildad se domina el anhelo de vanagloria.
5
La llamada fe de la gente común es inestable y sujeta a cambio.
6
El poder de nuestra fe puede destrozar rocas, partir la tierra y dividir el agua.
7
Si desde lo más hondo del corazón se toma una determinación, podrá uno practicar su devoción en cualquier circunstancia y cualquier tiempo.
8
Hablar con honestidad y rectitud a las personas orgullosas y codiciosas es un desperdicio completo.
9
Mucho conocimiento, una inteligencia aguda y magia poderosa son como fuego y leños chamuscando nuestra mente.
10
No importa mucho lo que uno sepa sobre sutras o tantras. Uno no sólo debe atender palabras y libros, sino cerrar su boca, siguiendo sin error las instrucciones verbales del gurú, y meditar.

11
Canto de la Realización
Padre gurú que has conquistado los cuatro demonios,
ante Ti, Marpa el Traductor, me inclino.
Yo, a quien ves, el hombre con un nombre,
hijo de Darsen Gharmo,
fui nutrido en el vientre de mi madre
completando las tres venas.
De bebé dormí en mi cuna,
de joven cuidé la puerta,
de hombre, vivo en la montaña.
Aunque en el pico nevado la tormenta sea recia,
nada temo;
¡aunque el precipicio sea escarpado y peligroso,
no temo!
Yo, a quien ves, el hombre con un nombre,
soy hijo del Águila de Oro
eché alas y emplumé en un huevo.
De niño dormí en mi cuna,
de joven cuidé la puerta,
de hombre vuelo al cielo;
aunque el cielo es enorme y alto, no temo;
aunque el camino es pendiente y angosto, no temo.
Yo, a quien ves, el hombre con un nombre,
soy hijo de Nya Chen Yor Mo, rey de los peces;
en el vientre de mi madre mis ojos dorados giré.
De niño dormí en mi cuna,
de joven aprendí a nadar,
de hombre me zambullo en el gran océano;
aunque las rugientes olas sean aterrorizantes, no temo;
aunque abunden anzuelos para atrapar peces, no temo.
Yo, a quien ves, el hombre con un nombre,
soy hijo de los Lamas Ghagyu;
la fe creció en el vientre de mi madre,
de bebé entré por la puerta del dharma,
de joven estudié las enseñanzas del Buda,
de hombre vivo solo en cuevas;
aunque se multipliquen demonios, fantasmas y diablos, no temo.
La zarpa del león de nieve nunca se congela
si no, qué utilidad tendría
llamar “rey” al león,
él, que tiene los Tres Poderes Perfectos.
El águila nunca cae del cielo;
si así fuere, ¿no sería un absurdo?
Un bloque de hierro no puede ser partido por una piedra.
Si así fuere, ¿cuál refinamiento tendría el hierro?
Yo, Milarepa, no temo ni a los demonios ni al mal;
si ellos asustaren a Milarepa, ¿de qué utilidad
seña su realización y esclarecimiento?
Ea, fantasmas y demonios, enemigos del dharma,
les doy la bienvenida,
¡es un placer recibirlos!
Les ruego se queden, no tengan prisa por irse,
discurriremos y jugaremos juntos;
aunque deban irse, quédense por esta noche,
apostaremos al dharma negro y al dharma blanco,
y veremos quién juega mejor.
Antes de venir juraron afligirme;
vergüenza y desgracia padecerán
si regresan con el voto incumplido.

12
Los hombres se preguntan: ¿no estará loco Milarepa?
También yo pienso que es posible.
Escuchad ahora, pues, en qué consiste mi locura.
El padre y el hijo están locos
y así también la transmisión de los maestros
y la sucesión de Vajradhara.
También estaban locos mi bisabuelo
Tilopa, el sabio maravilloso,
y mi abuelo Naropa, el gran erudito.
Mi padre, Marpa el Traductor,
estaba loco y así también Milarepa.
El demonio de los cuatro cuerpos iluminados
enloqueció a la sucesión de Vajradhara,
el demonio del mahamudra
volvió loco a mi bisabuelo Tilopa,
el demonio de los cuatro tantras
ha vuelto loco a mi abuelo Naropa,
el demonio de los cuatro mudras
enloqueció a mi padre, Marpa,
y el demonio de mente y prana
me ha vuelto loco a mí, Milarepa.
La comprensión ecuánime es de suyo
una locura y así también la acción espontánea,
la práctica de la iluminación intrínseca,
la realización más allá de la esperanza
y el temor y la disciplina sin pretensión.
Y no sólo estoy loco sino que aflijo
con mi locura a los demonios;
con la instrucción medular de mi maestro
castigo a todos los demonios masculinos,
con las bendiciones de las dakinis
atormento a los demonios femeninos,
con el demonio de la mente
gozosa penetro en la verdad última
y, con el demonio de la realización instantánea,
llevo a cabo todas mis actividades.
Pero no solamente castigo a los demonios,
también sufro penas y enfermedades;
el mahamudra me golpea en la espalda,
el dzogchen aflije mi pecho y por practicar
la respiración del vaso contraje
toda clase de enfermedades.
La fiebre de la sabiduría me atacó desde arriba,
el frío del samadhi me invadió desde abajo,
el sudor del samadhi
del gozo me asoló en el medio,
por mi boca vomito las instrucciones medulares,
y me hincho estremecido
en la esencia del dharma.
Tengo muchas enfermedades
y he muerto muchas veces;
muertos están mis prejuicios
en la vasta esfera de la visión;
todas mis distracciones y desidias
han muerto en la esfera de la práctica;
mis pretensiones e hipocresías han muerto
en la esfera de la acción;
muertos están todos mis temores
y esperanzas en la esfera de la realización;
y en la esfera de los preceptos
yacen muertos todos mis afectos y ostentaciones.
Yo, el yogui, he muerto en el reino del Trikaya.
Por eso, el día de mañana,
cuando este yogui expire,
no será arropado por ningún bello sudario
sino por las sutiles voces de las deidades;
su cadáver no será atado con una cuerda de cáñamo
sino con el cordón del canal central;
el cortejo que lo conduzca al cementerio
no será el de los compungidos hijos sino
el del bendito vástago de la sabiduría;
y no recorrerá un camino de tierra gris
sino el del sendero al despertar…
